La isla de Santorini es una de las más bonitas del mar Mediterráneo y posee unos enormes acantilados que tienen unos 300 metros de altura. Para acceder a ella se puede hacer de cuatro maneras, es decir, a través de transporte púbico, teleférico, caminando o en burro.
la utilización de los burros es de lo más peculiar y en cierto modo se ha convertido en uno de sus atractivos turísticos. Se utiliza para acceder a las poblaciones más empinadas que están en lo alto de los acantilados y para bajar a la zona de costa. El trayecto suele valen 5 euros, aunque al final se agradece haberlos pagado porque bajar a pie, y más subir, puede ser 'mortal'. Solo los más valientes se atreven a ir caminando. 600 son los escalones, recorrido que hacen los burros despacio para no despeñarse.
El burro como transporte
Cumple con su función de medio de transporte, pero montarse encima de un burro no es ni cómodo ni tampoco seguro. Los burros tienen que desplazarse por un camino bastante elevado, angosto y para muchos, de vértigo. Van dirigidos por una sola persona, un encargado de cuidar a los animales, y que suele ir al principio del grupo, por lo que algunos turistas quedan a su suerte, sin que les sea garantizada su seguridad cuando van montados encima del animal.
Es más, muchas veces estos animales suben y bajan sin que nadie les dirija, pues ya conocen de memoria su recorrido. Cuando una persona que va encima de estos burros tiene sobrepeso, se ponen muy inquietos y se aceleran de una manera increíble. Por lo que se recomienda tener mucho cuidado si se monta en un burro en Santorini, esta maravillosa isla griega. Hay quienes se arrepientes y deciden bajar a pie, y más si llevan niños.
Críticas y controversia
Sin embargo, y pese a la arraigada utilización de los burros como transporte en Santorini, en la última década algunos grupos protectores de animales en Grecia como Sawa o The Donkey Sanctuary, han hecho un llamado al turismo de este país para que se dejen de usar estos animales con dicho fin que puede ocasionarles sufrimiento.
la controversia llega por la enorme cantidad de cruceros que paran en la isla, entrando cada día miles de personas que quieren disfrutar de sus tradiciones, entre ellas montar en un burro de estos. Son cerca de 400 burros los designados a trabajar cada día como 'Donkey taxis'. Este servicio suele funcionar desde las 9 de la mañana hasta el atardecer, y los animales no pueden descansar.
Por otro lado, también sufren las fuertes temperaturas del verano, dificultando esta actividad y siendo perjudicial para la vida de los animales. Otra de las preocupaciones llega porque no hay un control al respecto. No solo porque están muchas horas llevando a muchas personas a cuestas, sino porque no hay veterinarios que les revisen de vez en cuando. Hay algunos burros que están enfermos, heridos o incluso viejos para seguir haciendo este trabajo tan sacrificado.
Hay muchas personas que encuentran este actividad abusiva, que supone un maltrato para los animales de forma desmedida, pero hay quienes lo ven como algo normal y que forma parte de las tradiciones de la isla.
Problemas con el turismo de animales
Existen varios factores que afectan al bienestar de los buros que son forzados a trabajar:
- Sobrecarga. En ocasiones los animales son montados por personas sin experiencia o demasiado pesados para ellos, o por más de una persona a la vez. Las cargas pesadas, y en ocasiones mal repartidas, pueden aumentar el riesgo de problemas graves, como las fracturas de huesos.
- Heridas. Los roces con las sillas y otro equipamiento pueden ocasionarles heridas y llagas.
- Golpes. Además de causarles miedo, los golpes pueden provocar heridas graves y dolorosas que podrían infectarse.
- Falta de atención veterinaria. Estos animales no suelen recibir las revisiones veterinarias especializadas necesarios ya sea por falta de interés o por su alto coste. Es frecuente observar burros con cojeras, ya que no suelen estar bien herrados ni con las pezuñas bien cuidadas para andar todo el día sobre el duro asfalto, que en verano puede llegar a quemar, o sobre adoquines resbaladizos.
- Estrés por deshidratación y calor. Los animales que realizan esfuerzos necesitan mucha agua y sombra para no perder minerales esenciales y sales cuando sudan.